Una medida lógica, pero que se contradice totalmente con la línea mantenida por el ejecutivo de ZP en política territorial. Y fruto final de la dinámica de medias tintas, que también luce mucho nuestro Gobierno. Ideas como esta, plagiada a grandes rasgos por el cómico Carod Rovira en su último libro, nacen del aprovechamiento de un espacio y margen de duda sembrado por un partido, el PSOE, carente por completo de una determinación clara en lo que se refiere a la idea nacional del Estado que gobierna. Y Dios nos libre de repetir aquí el discurso electoralista del PP en esta materia. Nuestra finalidad y ánimo de crítica es otra, desde luego.
Las concesiones a las pretensiones nacionalistas, que no hay que confundir con las de la población en general de esas autonomías, para acentuar la imagen progresista y descentralizadora del gobierno hacen que propuestas disparatadas como esta ocupen primeras planas en periódicos. Y decimos disparatadas porque, desde luego, que un partido que en las últimas elecciones ha restado 120.000 votos sobre un grueso electoral de no más de medio millón, esgrimiendo este tema como uno de los principales de su campaña, presente ahora esta idea para su aprobación, es cosa poco, muy poco, reflexionada en profundidad.
Ahora bien, no se extrañe nadie. E insistimos además. Cuando un Gobierno se vuelca en ajustar todas sus acciones a la proyección de una imagen con fines electoralistas, el progresismo del talante, este tipo de situaciones serán de lo más normales.