Sirvan estas líneas de pequeño hemonaje a Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn, el maestro de las letras ruso fallecido anteayer. Todo un ejemplo de valentía y coraje intelectual, Solzhenitsyn rompió la inflexibilidad e impermeabilidad soviéticas con sus denuncias sobre los crímenes y la represión que este sistema ejerció con intensidad durante su larga vida. Sus trabajos mostraron ante todo una preocupación evidente y profunda por la situación rusa, durante y tras el régimen soviético. Sin embargo, su obra más conocida, Archipiélago Gulag, sirvió sobre todo de latigazo a la conciencia soviética, un latigazo certero y efectivo, producto de una brillante, elaborada y extensa composición de la obra.
Ahora que tanto se ha vuelto a hablar de crímenes contra la humanidad, la muerte de Solzhenitsin aparece como un recordatorio perfecto de todos aquellos crímenes que pasarán a la historia como impunes. Pero solamente impunes, en nosotros está el no olvidar.
Ahora que tanto se ha vuelto a hablar de crímenes contra la humanidad, la muerte de Solzhenitsin aparece como un recordatorio perfecto de todos aquellos crímenes que pasarán a la historia como impunes. Pero solamente impunes, en nosotros está el no olvidar.