El debate electoral de ayer, en las que parecen ser las elecciones a Presidente del mundo, entre Obama y Mc Cain ha traído una riada de comentarios y cientos de análisis en todo el globo, incluída España, claro.
Parece que tras el ciclo presidencial de Bush algo trascendental está a punto de ocurrir. Si atendemos a la cantidad de minutos que en telediarios, páginas de prensa o incluso tertulias de café se dedican a estos comicios, y el énfasis puesto sobre la posibilidad de "cambio", cualquiera podría decir que el nuevo inquilino de la casa blanca podría ser Hugo Chávez o Nikita Kruschev (por eso de la radicalidad en la orientación de las políticas). Sin embargo, si atendemos al sentido común y no nos dejamos seducir por la maquinaria propagandística de partidos y partidarios, ni por los deseos del progresismo español triunfante allende los mares, llegaremos a unas previsiones un tanto distintas a las mayoritarias. Sobre todo en lo referido a la figura de Barack Obama. Por mucho que le pese a los guionistas de La Sexta.
Pase lo que pase, gana quien gane, seamos claros. Aunque lo haga Obama, por los 6 puntos de diferencia que en el día de hoy le asignan las encuestas, la realidad norteamericana no cambiará apenas. O mejor dicho, no lo hará en lo esencial, que a fin de cuentas es lo importante.
Y no lo hará porque por encima de nombres y brillantes, para lo que es el público americano, campañas publicitarias, está la propia idiosincrasia estadounidense. Aquellos intereses inherentes a la propia nación como tal.
Volvamos al debate de ayer. Obama atacaba a McCain acusándole de haberse posicionado a favor del desastre que ha acabado siendo Irak. Pero inmediatamente, lo sentimos por los pacifistas partidarios del candidato afroamericano, retornaba a la eterna retórica bélica norteamericana, de enemigos escondidos conspirando contra América. Esa es la cuestión.
La operación Obama no es más que un maquillaje en forma de márketing político. Su color de piel, orígenes, juventud o sonrisa eclipsan al espectador. En especial, a los situados en la izquierda. Quienes ven en el Hawiano al mesías del S. XXI, el finiquitador de la pax americana.
Pero, ¿existen razones de peso para tal consideración? Prácticamente ninguna. En efecto, sus propuestas, que tras varios meses de un repetitivo Yes, we can, han visto la luz, se alejan un tanto de la política estadounidense de los 8 años. Si, se trata de la versión light americana. El tipo de político que no dejaría de hablar con Zapatero porque este retirara las tropas de Irak.
Pero, nosotros nos cuestionamos:
¿Reducirá Obama el peso e importancia de la industria armamentística norteamericana? ¿Se acabarán esos contratos multimillonarios con Lockheed Martin o Raytheon?
¿Destinará los 352.000 millones de euros (El País) de presupuesto militar a la construcción de escuelas en Kenia o los depauperados barrios de Nueva Orleans?
¿Dará fin a su agresiva política energética? ¿Sacará a todas las compañías norteamericanas de Irak? ¿Sentará en el banquillo a las decenas de estafadores norteamericanos que se embolsaron una parte considerable del presupuesto para la reconstrucción de Irak?
¿Romperá la colaboración con los líderes saudíes por pasarse estos los Derechos Humanos y el respeto a la mujer por el forro?
¿Dejará Barack Obama de emplear el derecho de veto de EE.UU en el Consejo de Seguridad de la ONU para que prosperen las condenas y sanciones sobre Israel?
¿Hará volver a casa a los cientos de miles de soldados que el ejército estadounidense tiene por todo el mundo? ¿Empleará a esos soldados en orfanatos u hospitales? ¿Cerrará Obama la base militar de Rota? ¿Dejará a los afganos en paz?
¿Suscribirá Obama acuerdos internacionales en materia de medio ambiente? ¿Los cumplirá? ¿Suscribirá Obama el protocolo facultativo destinado a abolir la pena de muerte? ¿Desmantelará el escudo antimisiles? ¿Dejará de pagar estudios en EE.UU a tiranorzuelos de tres al cuarto como Mijáil Saakashvili?
Dejamos de aburrir al lector. Así podríamos seguir casi hasta el infinito.
Nosotros creemos que la contestación al 95-100% de las preguntas será negativa. Y será así porque EE.UU como nación, tiene intereses por encima de Obama, McCain o venganito que no puede dejar de realizar. Porque de hacerlo, no serían los EE.UU. O, al menos, los que venimos conociendo desde el 4 de julio de 1.776.
Por este sencillo motivo, nos dan igual las elecciones americanas y nos da igual quien gane. Y por ese mismo motivo, seguiremos pugnando por una Europa fuerte y unida, baluarte de libertad de las NACIONES frente a la tiranía de las barras y estrellas.