El señor Rubalcaba decía hace apenas unas semanas que todas las denuncias por torturas presentadas por etarras detenidos eran estudiadas y se cumplía con los requisitos del Consejo de Europa en materia de derehos humanos y las recomendaciones realizadas por sus relatores. También hablaba del peso de la ley y el Estado de Derecho sobre estos criminales.
Por eso, ha sido un ejercicio interesante comparar esas declaraciones con las efectuadas en el día de ayer por nuestro ministro del Interior. Mano dura o contundentes respuestas son algunos de los términos empleados para refererirse a la actuación de las fuerzas de seguridad ante la huelga de camioneros. Curioso, ¿verdad?. Utilizar la moderación con quienes quitan vidas y un lenguaje autoritario con los que luchan por mejorar la suya, no habla muy a favor de un ministro socialista. Como tampoco hablan a favor de la ministra Álvarez, andaluza de pro, las declaraciones en las que indicaba que la huelga ya no tiene sentido. Eso cuando ayer, en las manifestaciones de pescadores de Cádiz y Huelva en Sevilla, verdaderos andaluces de a pie, pudo verse la deseperación de un hombre que gritaba fuera de sí que no podía vivir con esta situación frente a un policía porra en mano.
Estos mismos que hoy se preocupan más por abastecer las reservas de Mercadona que por las penurias de miles de trabajadores, y ordenan la represión severa y contundente de sus manifestaciones (como toda España ha podido comprobar), son los mismos que insaciablemente cuentan historias sobre grises y carreras por las calles.
También son los que homenajean a Pabo Iglesias en el cementerio, los que llevan la palabra Obrero en sus siglas, pero los mismos que desprecian los lamentos de miles de verdaderos obreros y trabajadores españoles.
Somos plenamente conscientes de que el precio del gasóleo no es algo que dependa del Gobierno ZP, como también de que la creación de un combustible profesional es algo hoy por hoy contrario a las directrices y normativa europea. Asimismo, entendemos que la crisis que vivimos es un fenómeno gobal, como casi todos los de trascendencia en esta época, y que no ha sido gestado por la ineptitud de nuestro ejecutivo. Reivindicaciones en ese sentido rallarían la demagogia más barata.
La misma, exactamente la misma, que utilizó ZP en los debates televisivos de hace 4 meses cuando se jactaba de la línea social de su gobierno y partido. Demagogia rastrera, mezquina, de quienes hablando de miembras y regalando cortes de miembros a transexuales, pretenden eludir la tremenda responsabilidad que constituye una gestión social verdaderamente socialista.