miércoles, 22 de abril de 2009

Conferencia ONU sobre el racismo

La polémica creada por las declaraciones del Presidente iraní Mahmud Ahmadineyad ha sido la nota más destacada de la cumbre de la ONU contra el racismo que se celebrará en Ginebra hasta este viernes.
Un total de 10 países se abstendrán de suscribir la declaración final, y en la sesión del lunes, los delegados de varios países y organizaciones, como la UE, abandonaron el hemiciclo al intervenir Ahmadineyad, mientras activistas pro-sionistas trataban de boicotear el discurso, considerado fuera de lugar y explosivo.
Lamentable, se refirió Ban Ki Moon, secretario general de las NN.UU. Y coincidimos plenamente con él. Es lamentable que a estas alturas todavía sigan produciéndose ataques contra la libertad de expresión como el presenciado el lunes.
Ahmadineyad aprovechó un encuentro contra el racismo para ir más allá de las meras declaraciones bienintencionadas, pero sin fondo alguno, que presiden de manera absoluta, totalitaria, la práctica totalidad de los foros de la comunidad internacional. Denunció los bombardeos sobre civiles en Gaza, algunos de los cuales recordamos fueron drijidos contra centros de agencias de la propia ONU, el racismo iimplícito en el movimiento sionista y la muerte de más de un millón de personas en Irak a consecuencia de la intervención norteamericana. Es decir, trató algunos de los asuntos más acuciantes en relación con el racismo a día de hoy; el racismo israelí y judío (nacional y religioso) y el racismo norteamericano (ese basado en el control de los recursos naturales y la geopolítica mundial). Y como respuesta sólo se encontró el rechazo de pleno de la delegación de la UE, la petición de firmeza por parte de Sarkozy contra Irán, la "decepción" de Moon y la calificación de "atroz y lamentable" de esas declaraciones por Barack Obama.
Sencillamente, así de triste. El viernes contaremos con una nueva declaración a nivel universal sobre el racismo, plagada de referencias estériles al nazismo, el holocausto judío o el apartheid, que no tendrá ningún efecto práctico, y que por supuesto se aleja de los verdaderos focos de problemas creados por el racismo actual. Eso sí, para Bernard Kouchner será posible conseguir el acuerdo deseado, todas las piezas encajarán en el puzle y habrá una nueva foto para olvidar en el corto plazo con decenas de diplomáticos felices.

Algo falla. Y mucho. En el Congo se está viviendo una de las masacres más graves de los últimos tiempos, Irak y Afganistán se han convertido en auténticos polvorines en los que las diferencias tribales, religiosas y el problema del terrorismo, activado por EE.UU, generan miles de muertos, e Israel se permite el lujo de bombardear, pero no sólo eso, excluir a población sin ningún coste.
Recordaba Ban Ki Moon a Ahmadineyad que en otro documento reciente de la ONU, quedaba superada y deshauciada la ecuación sionismo/racismo. No osbtante, habría que recordarle a Moon que lo que no ha quedado deshauciada es la discriminación de la población árabe en Israel, que suma un 20% del total del país, pero que sin embargo carece de acceso a estudios medios y universitarios, al funcionariado y en general a la misma calidad de vida que los ciudadanos israelíes, representando la práctica totalidad de los índices de pobreza. Sus organizaciones son excluídas, sus partidos representados en la Knesset nunca participan en los gobiernos, y en 60 años de existencia de Israel, a pesar de que, como decimos los árabes representan el 20% de la población, no ha habido un sólo alto cargo gubernamental árabe. También habría que recordar a Moon y a la diplomacia europea, que es Israel Beiteinu, partido de Avigdor Lieberman y socio privilegiado del próximo gobierno encabezado por el Likud de Netanyahu, ha aludido en campaña a la destrucción de Gaza y la utilización de armamento nuclear contra este territorio. Es grave, pues Beiteinu contará con cuatro ministerios en el Gobierno israelí. Sin embargo esto no parece interesar a la Comunidad Internacional oficialista. Como tampoco que, a cuenta de la discriminación practicado sobre los árabes, sean muchos los politólogos que en los manuales califiquen a Israel como una democracia étnica. Un ejemplo; el pasaporte israelí no habla de ciudadanos israelíes, sino de judíos o árabes.
Y como colofón a este esperpento, las declaraciones del nuevo mesías universal. Que un presidente norteamericano se permita el lujo de califar de "atroces" las declaraciones de alguien que denuncia las prácticas criminales de los actores con poder de veto en el ámbito ONU no tiene otro nombre que cinismo. EE.UU, no desde Guantánamo, esa pequeña isla que tan buen marketing está proporcionado a la administración Obama, sino desde casi el comienzo mismo de su historia, no ha hecho otra cosa que atentar contra la libre determinación de los pueblos. EE.UU, parece que nadie lo recuerda, hubo de pedir perdón por colaborar en el golpe de Estado que llevó de nuevo al Shá al poder en Irán. Práctica habitual en el país de las barras y estrellas, el mismo también del napalm o del exterminio masivo de indios americanos.
Parece que ahora no toleran excesivamente bien que un representante soberano iraní hable con la dignidad que escapa a la mayoría de los representantes de los países del globo, presos del colaboracionismo con el occidente que se disfraza de dignidad diplomática pero que consiente la sangría en el Congo para que podamos seguir disfrutando de ordenadores portátiles.
Infames.