miércoles, 21 de noviembre de 2007

El hogar como derecho frente a la vivienda como negocio


Una de las aparentes ventajas de vivir en un Estado de bienestar, como es el caso español, reside en la preocupación del aparato institucional por garantizar unos niveles de vida dignos, en múltiples ámbitos, para el conjunto de sus ciudadanos. De hecho, esa preocupación queda en muchos casos codificada, registrada en las normas fundamentales que rigen la vida política, social y económica del país. Nuestra Constitución dedica a tal efecto el tercero de sus capítulos, relativo a los principios rectores de la política social y económica. En él, podemos leer dentro del artículo 47 lo siguiente; -Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación-.

Si analizamos paso por paso esta disposición pueden surgir en nosotros reacciones muy distintas, pero la más común será la de creer que nos están tomando el pelo. Y es que el incumplimiento realizado con este artículo es de principio a fin. Porque ni todos los españoles disfrutan de ese derecho, convertido a día de hoy prácticamente en privilegio, ni los poderes públicos realizan promoción alguna de envergadura, ni se establecen las normas pertinentes, ni, por asomo, se impide la especulación.

Nos encontramos ante un incumplimiento constitucional de tal envergadura que harían falta 1.000 magistrados trabajando a jornada completa y sentenciando por doquier para tratar de corregir la situación.

Porque la realidad es diametralmente opuesta a la previsión del artículo; niveles de especulación espectacularmente altos, presentes en casi todas las provincias, tramas de corrupción millonarias y, lo más importante, decenas de miles de jóvenes viviendo en pisos compartidos o con sus padres, así como familias hipotecadas a niveles insoportables durante 30 años para poder disfrutar de un techo.

Por su parte, la respuesta realizada desde el gobierno no deja lugar alguno a la esperanza; 200 euros al mes para que los jóvenes alquilen un piso. Nada de grandes políticas legislativas destinadas a regular convenientemente el uso del suelo, ni a poner fin al mal obrar de promotores y constructores. Sin embargo, el desacierto va más allá.

Nuestros compañeros de Alfonso X editaron recientemente una campaña de carteles con una consigna brillante; El hogar como derecho frente a la vivienda como negocio. Y decimos brillante no sólo por el primer impacto visual que como lema causa, sino porque en sí abarca el problema de fondo apostando simultáneamente por una solución dirigida también a la verdadera raíz del asunto.

Si contemplamos el lugar de residencia de las personas como un bien que no solamente está dentro del comercio, sino que además puede ser uno de los mejores objetos de lucro, habremos dado comienzo al sin sentido al que asistimos hoy en día. La concepción sobre esa residencia, como no puede ser de otra manera ya que a ello nos obliga el sentido común, ha de ser la de un bien comerciable, pero fundamentalmente básico y necesario. Un bien con el que si jugamos ponemos en peligro la estabilidad más elemental de miles de personas y familias. De ahí la tremenda problemática que hoy tenemos entre manos. Provocada por el ánimo de hacer fortuna principalmente de grandes y medianos empresarios, pero también de no pocos particulares, aquellos que dedican sus ahorros a adquirir una segunda o tercera vivienda para su posterior reventa, previa evaluación de su precio. He aquí el por qué de todo. La generalización del concebir la vivienda como objeto de consumo en lugar de un elemento necesario para que el conjunto de los ciudadanos puedan desarrollar una vida dentro de unos niveles dignos, es esa raíz del problema a que nos referimos. Por eso, y sobre todo, frente a eso, oponemos la concepción del hogar. Del vínculo físico que une a las personas, a las familias en las unidades más elementales dentro de la comunidad nacional. El hogar como nivel primario de la vida social, como derecho a cuyo cumplimiento está obligado el aparato estatal. Un derecho que hemos de reclamar abierta y tajantemente, porque nos están privando de él. Y que es nuestro, de todos.

Recogido en nuestra norma fundamental, pero prostituido por la clase política.

Por eso, desde la Asociación Respuesta Joven iniciaremos una serie de actividades dirigidas a denunciar la situación en esta línea, para que entre todos consigamos hacer oír nuestra voz.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Movimiento Asociacionista III

Esta es la última entrega del movimiento asociacionista. Como ya comentábamos, se trata de una aportación abierta a sugerencias, comentarios y propuestas. Por eso, si tenéis algo que decir no lo dudéis un instante.

-------------------------------¿Por qué trabajar desde asociaciones?-----------------------------------------
Las asociaciones, a la hora de desarrollar una actividad política o relacionada con esta, conllevan una serie de ventajas frente a los partidos políticos u otro tipo de organizaciones como por ejemplo los sindicatos.
La puesta en marcha de una asociación, desde el punto de vista jurídico, es mucho más simple que la de un partido. Requiere, a la hora de llevar a cabo una actividad, de un número no muy elevado de militantes, bastando tres personas para su legalización.
El hecho de no tener que concurrir a procesos electorales hace que sus objetivos sean mucho más flexibles, siendo inexistente la valoración de la actividad realizada en función de los votos obtenidos.
Su composición puede ser reducida, con pocos integrantes se pueden conseguir bastantes éxitos en el área a la que dedique su labor.
También destaca como ventaja la posibilidad de recibir subvenciones de diferentes instituciones públicas. Y es que este es un aspecto importantísimo de cara a suplir las habituales dificultades económicas de la mayoría de las organizaciones, y poder desarrollar un trabajo constante.
Añadamos a esto que creando asociaciones resulta más fácil llegar a diferentes ámbitos, esto es,
podemos diversificar el trabajo.
Así se hace posible iniciar una lucha que abarque desde el deporte a la política, pasando por la naturaleza, la cultura o la música.
--------------¿En qué consistirían y cómo funcionarían las asociaciones?---------------------------------
Financiación. Junto al habitual soporte económico basado en las aportaciones y donativos de militantes y simpatizantes, las asociaciones legales permiten como ya hemos señalado, recibir, en determinados casos y cumpliendo ciertos requisitos, subvenciones de instituciones públicas. Unas veces esas subvenciones consisten en aportaciones económicas, otras, como en el caso de las asociaciones universitarias, pueden conllevar la cesión de locales y equipamiento.
Por tanto, la estrategia en este sentido debe encaminarse de manera primordial a insistir en la concesión de las citadas subvenciones.
Al margen, y en el caso de que lo anterior no fuera posible, otra vía comúnmente utilizada consiste en la realización y venta de material propio, tal como camisetas, sudaderas, banderas, chapas etc. Esta forma de obtener recursos además de sencilla resulta práctica y muy eficaz, si bien los ingresos obtenidos con ella no serán muy elevados a menos que la tirada y venta de material también lo sea.
La fijación de una cuota periódica es un medio que conviene establecer por dos razones; primero, porque permite disponer de una cantidad fija de dinero, y segundo porque es una buena forma de contribuir a crear un cierto compromiso entre los asociados.
Lo ideal, no obstante, sería una combinación de las tres fuentes, que posibilitaría contar con una economía consolidada.
Estructura y organización. Cuanto más simple sea la estructuración y reparto de cargos, tanto mejor.
La asignación de los mismos debe hacerse únicamente en base a la capacidad que cada miembro tenga para llevar a cabo un concreta tarea, evitando que en una misma persona recaigan varias ocupaciones.
Para el caso, con existir un presidente que dirija, lleve la iniciativa y coordine la actividad, un tesorero que se ocupe de los asuntos económicos y un encargado de material y propaganda, será suficiente, ya que en la mayoría de los casos es probable que las asociaciones no cuenten con más de diez o quince miembros.

--------------¿Qué posibilidades tiene este tipo de actuación política en España?-------------------------
Decir que si hoy mismo empezamos a trabajar en la creación de una estructura asociativa, mañana disfrutaremos de un movimiento político amplio y consolodidado, puede equivaler a eso del -España va bien- del simpático José María Aznar.
Por eso conviene no engañarse. Ni España iba bien en aquel momento ni nosotros conseguiremos resultados apreciables a corto plazo.
Empezar desde cero siempre resulta difícil, y más si tenemos en cuenta el actual estado de las cosas. La precaución debe guiar todos los pasos que sa vayan dando, en el caso de que nos decidamos a andar.
Al hecho de que a día de hoy apenas existen un par de asociaciones más o menos consolidadas en la línea que nos interesa debemos añadir que la materia prima con que contamos no es excesivamente buena. El movimiento asociativo está basado más en lo cualitativo que en lo cuantitativo. Y lo malo es que en España carecemos de ambos elementos.
Sin embargo no importa. En un pueblo de Guadalajara hay un hombre que construye el solo y con sus propias manos toda una catedral, y la verdad sea dicha no le va mal del todo. Si nos comparamos con este afanoso católico septogenario, nuestra tarea es bastante más simple.
Todo se reduce a la voluntad, a las ganas de hacer un trabajo serio con que contemos.
Lo primero es hablar, debatir y pensar muy bien cómo hacer las cosas. Un planteamiento teórico previo es fundamental para el posterior desarrollo de la actividad. Dejar clara la línea política, las formas con las que se va a actuar y los objetivos reales a que se puede aspirar.
Hecho esto, podemos decir que actualmente existen cinco o seis núcleos de militantes, con un cierto recorrido y experiencia política, que pueden ser los que den los pasos iniciales para la creación de asociaciones.
Si esos núcleos deciden ponerse en marcha iniciando desde la coordinación y el contacto continuo actividades con un cierto nivel de planificación, es posible que quede sembrado el germen para la edificación de un movimiento asociacionista.
El grado de crecimiento del mismo dependerá de la calidad del trabajo realizado. Desde aquí creemos que para dar frutos, ese trabajo debe ir encaminado, de manera importante, a la formación de los militantes en una línea política seria, afianzada y actual. Con asociaciones en las que los militantes cuenten con una mentalidad consolidada y realista, pueden hacerse campañas políticas y actos de calidad, alejados de las chapuzas a las que por desgracia estamos acostumbrados. Y esa debe ser la máxima aspiración. Porque entonces, situados en ese nivel y trabajando de forma diaria, puede que no gocemos de una red de casas ocupadas, pero si será posible contar con 70 militantes coordinados y realizar uno o dos actos cada mes.

Ahora nos toca la primera fase; hablar, reflexionar y hacer propuestas. Y para ello una mesa redonda podría ser un buen paso. Si interesa, que comience el debate.

viernes, 16 de noviembre de 2007

¿La verdad?


Pocos minutos después de la lectura de la sentencia final del 11-M, cientos de titulares y noticias volaban a la velocidad de la luz desde redacciones de televisiones y periódicos a primeras planas y cabeceras de telediarios.
De entre todo ese tumulto informativo, sobresalía una idea que planeaba por la mente de muchos; se acabó.
Y es que se trataba del último paso para que de manera oficial se diera por concluída, al menos de momento y a la espera del recurso, toda acción de justicia relativa a estos terribles atentados.
Sin embargo, la sensación para algunos fue pasajera. Sólo tres condenas milenarias, unos pocos años o decenios para otros y varias absoluciones, en algunos casos como el de "El egipcio", cuando menos llamativas, sabían verdaderamente a poco, sobre todo para un grupo considerable de familiares de víctimas directas.
El tratamiento que no obstante dieron determinados medios de comunicación al hecho se alejaba sustancialmente de esta posición. Se hablaba tajantemente de -la verdad- y el -final definitivo- del 11-M. Para los informativos de La Sexta, quedaba rotundamente claro que la justicia había triunfado. Los culpables muertos en el piso de Leganés o de camino a prisión, y las víctimas correspondiente indemnizadas. Así de simple. Iñaki Gabilondo tiraba de prensa internacional para corroborar a través de la comparativa con rotativos foráneos de prestigio que todo había acabado como había de ser, con la justicia haciendo su trabajo, sin más vuelta de hoja. Aquellos veinte folios de resumen de la sentencia equivalían sin más a -la verdad-. Y que nadie ose refutar esta cuasidivina afirmación, pues será condenado al castigo de sus oídos con el descalificativo de moda entre la progresía de este país; conspiracionista.
Y aquí puntualizamos. Que no piense nadie que queremos con esto defender teorías alternativas sobre los atentados puestas de relieve por concretos periódicos y radios. Dios nos libre de entrar de fondo en esa dinámica.
Nuestra intención es más sencilla. Volviendo a los informativos de Gabilondo, y en respuesta al ya famoso interrogante sobre los autores intelectuales del atentado, el noticiero de PRISA mostró presto y veloz la opinión de un leguleyo de medio pelo, de esos que tanto abundan y más sobran en nuestro país, que decía que en la mayoría de delitos de cierta envergadura se obviaba a lo largo del proceso y en la sentencia la figura del autor intelectual. Y no habría inconveniente alguno en esta afirmación de no ser porque con ella se estaba comparando, por ejemplo, un asalto a un banco con el mayor atentado terrorista jamás vivido en Europa. Un atentado tras el que sin duda alguna están grupos con una ideología y objetivos concretos. Algo sobre lo que la investigación judicial no ha concluído nada claro. Ello, unido al hecho de que es más que respetable y legítimo dudar de que personas como un traficante magrebí amigo de la vida nocturna sea un elemento clave para la comisión del atentado, hace que esta verdad verdadera nos sepa a muy poco. Como también nos sabe a poco el monumento de Atocha o las cada vez menos concurridas conmemoraciones anuales. Es más, en general es este país aquello que encontramos desustanciado, mediocre hasta el hastío.
Un ataque con la gravedad que reportan casi 200 muertos no ha sido motivo suficiente para superar actitudes rancias y comportamientos estúpidos. Y quizás sea esta una de las pocas verdades que ha arrojado aquel desgraciado día, toda una verdadera lástima.