viernes, 19 de octubre de 2007

Movimiento Asociacionista II


Continuamos con la II parte del movimiento asociacionista.


---------¿En qué consistirían y cómo funcionarían las asociaciones?---------

El modo de funcionamiento de las asociaciones resulta idóneo para un movimiento político como el nuestro, en el que los núcleos militantes suelen ser concentrados, no muy numerosos y con una alta vinculación entre sí. La idea es que diferentes grupos de militantes creen asociaciones de manera legal, orientadas hacia un ámbito concreto para que desarrollen su actividad dentro del mismo.
La manera de llevar a cabo el trabajo es simple, y no requiere más que de la implicación y voluntad de los miembros. Basta con que para cada cierto tiempo queden fijados unos objetivos asequibles, que con el tiempo hagan posible una dinámica eficaz de trabajo. Conseguidos esos primeros objetivos, las aspiraciones deben ir aumentando conforme a las posibilidades de la asociación.
Con ello se aspira a una doble finalidad; por una parte crear un movimiento compuesto por diversidad de organizaciones que crezcan en la medida de lo posible dentro de sus limitaciones, dotándose con el tiempo de mejores medios, y por otra, que fruto del trabajo constante esos núcleos estén formados por militantes con un alto nivel de compromiso y una buena formación política.
Si, pongamos por ejemplo, un grupo de 7 militantes universitarios crea una asociación de estudiantes, celebrando reuniones semanales para la preparación de campañas en las facultades, creando propaganda propia y repartiendo entre ellos la de otras organizaciones, adquiriendo publicaciones etc. Salen una vez al mes a realizar tareas propagandísticas además de organizar pequeños actos cada dos meses, el resultado, además de una notable presencia en el mundo universitario será una fuerte conciencia militante fruto del esfuerzo continuo y la implicación de todo el grupo.
Con el tiempo, esa asociación al igual que cualquier otra, es probable que aumente su número de miembros y la importancia de sus actividades, abriendo para el nacionalismo identitario y social una vía de la que a día de hoy no dispone. Y aunque no sea así, lo peor que puede suceder es que su nombre, línea política y objetivos sean conocidos por cientos de estudiantes.
Si en vez de una asociación universitaria ponemos el ejemplo de una deportiva, sucederá lo mismo. Puede que las canchas deportivas no se llenen de cientos de jóvenes identitarios, pero si se puede conseguir que varios grupos de jóvenes apuesten por la práctica continua del deporte.
La filosofía de las asociaciones es esa. Frente a los grandes logros a que aspiran los partidos políticos, que en nuestro caso no se cumplen nunca, una asociación mide sus éxitos en un marco concreto y cerrado, pero que muchas veces resulta más práctico y efectivo.

Y es que esa diversidad de ámbitos a la que antes aludíamos; política, deporte, naturaleza, música... es uno de los mayores activos en cuanto a funcionamiento que nos puede proporcionar el hecho de trabajar como asociaciones coordinadas.
Mientras un grupo centra todos sus esfuerzos en un boletín de formación política, pudiendo dedicarle por ello un mayor tiempo, esfuerzo e inversión económica, otro grupo se ocupa de preparar salidas al campo, práctica de deportes en contacto con la naturaleza o jornadas de convicencia.
De este modo, además de que todos podrán disfrutar del boletín o las actividades al aire libre, la forma separada y exclusiva en que se han preparado ambas cosas asegura un mínimo de eficacia y buen funcionamiento.

Trabajo autónomo y coordinado. Cada asociación responde a unos fines y objetivos distintos, por lo que la manera de llevarlos a cabo variará también de unas a otras. Asimismo, la forma de hacer las cosas y la línea en que cada uno se desenvuelve es también asunto propio y forma parte de la autonomía de las asociaciones.
Cuando se habla o baraja la hipótesis de una coordinadora de asociaciones, no se quiere decir con ello que todas deban responder a un mismo patrón ideológico o tener las mismas formas.
Lejos de eso, una coordinadora de asociaciones pasa por ser únicamente el encuentro de todas ellas, en base a unos pocos puntos en común, para la realización de actividades y eventos de manera conjunta, la elaboración de publicaciones o la defensa legal cuando esta haya de tener lugar.
No es ni más ni menos que la materialización de un movimiento político en cuyo interior encontramos diferentes organizaciones, publicaciones, varias líneas ideológicas etc. Y que funciona con regularidad, agrupando a un sector de la juventud que no sólo se limita a hacer oir su voz, sino que pone en práctica sus planteamientos.
Para la coordinación entre asociaciones sobra con establecer una línea de actuación general y unos pocos puntos ideológicos, de estilo y funcionamiento que sean asumidos por todas las organizaciones participantes.