domingo, 28 de diciembre de 2008

Oriente Próximo y la impunidad criminal

En estos momentos, se contabilizan alrededor de 280 muertos a causa de los ataques del Estado de Israel sobre la franja palestina de Gaza. La mayor cifra de muertos desde la guerra de los seis días de 1.967.
El ejército israelí ha empleado, y los ataques parecen no cesar por el momento, más de 100 toneladas de bombas en atacar "objetivos estratégicos" palestinos, fundamentalmente sedes e infraestructura del movimiento islámico Hamas, que desde el 2.006 gobierna en la franja al vencer en las elecciones parlamentarias.

La cifra de muertos, no obstante, se incrementará casi con total seguridad, pues al hecho de que los bombardeos no cesan, hay que unir el que muchos de los heridos se encuentran en estado crítico.

Ehud Barak, ministro de defensa israelí, no descarta incluso una intervención terrestre sobre la zona, al tiempo que advierte que la ofensiva no será breve. Por su parte, el primer ministro Ehud Olmert habla de firmeza en el conjunto de estas operaciones. Que sobre la base de la teoría israelí están destinadas a mejorar la seguridad de los residentes en la zona sur de Israel. Y es que el desencadenante teórico de estos ataques ha sido el continuo lanzamiento de cohetes artesanales desde Gaza a posiciones israelíes. Lo que provocó el final del alto el fuego establecido entre las autoruidades israelíes y el movimiento Hamas.

Eso, sobre la teoría. Pero la realidad es que los pasos fronterizos entre Gaza e Israel están bloqueados desde hace año y medio, impidiendo el acceso regular de bienes y víveres al maltrecho territorio palestino. Las telecomunicaciones y la energía para abastecer la vida de la franja se mantienen a duras penas, con continuos cortes del flujo eléctrico. El paro alcanza niveles elevadísimos, y las condiciones de vida en general son las más duras de la región, y con una diferencia notable. Buena parte del abastecimiento mínimo de enseres y alimentos se consigue a través de la construcción de túneles subterráneos con Egipto. De hecho, hace unos meses y ante lo extremo de la situación, la autoridad de Hamás derribó el muro que separa a la franja de Egipto para que la población pudiera durate unas horas adquirir productos básicos en el país vecino. Este descalabro humanitario, en el que cobra importancia hasta la imposibilidad de tratar el problema de las aguas fecales, ha sido consolidado por la actitud intransigente y cuasi-criminal del Estado israelí. Que además de construir muros totalmente ilegales, expropiando también ilegalmente tierras a agricultores palestinos, o discriminar hasta límites inauditos a la población árabe residente en Israel, utiliza la táctica del asedio literal al territorio palestino. Además de actuar con total impunidad, el consentimiento de un Consejo de Seguridad de la ONU podrido en su sitema de funcionamiento, y sin que ninguna instancia judicial internacional, como la Corte Penal Internacional haya demostrado el más mínimo interés en iniciar proceso alguno contra los altos responsables israelíes.

A los militantes de Hamas se les tacha de terroristas. Y si, lanzan con frecuencia cohetes contra territorios israelíes. Pero es que nadie parece entender, y así se deduce de los infames comunicados de la UE o del secretario general de la ONU Ban Ki Moon, que cuando tu ciudad es bombardeada con cierta frecuencia, cuando se tacha de ilegal a un movimiento que con limpieza ganó unas elecciones democráticas, cuando careces de electricidad con asidueidad, cuando los hospitales están desprovisto de material sanitario y quirúrgico básico por un bloqueo, cuando por ese mismo bloqueo la población malvive sin alimentos ni enseres básicos a duras penas y la pobreza y la miseria provocada se adueñan de todo, cuando la gente construye túneles precarios de varios kilómetros para comprar leche y gasolina, quizás el lanzamiento de cohetes sea entendido por quien lo realiza como un acto de defensa de tu pueblo. Porque a buen seguro, su mirada y concepción del problema de Oriente Próximo será bien distinta de la de aquellos imbéciles que reducen conflictos de este tipo a categorías de análisis o tratan por igual en comunicados y resoluciones a oprimidos y opresores.

La cuestión de Próximo Oriente puede ser de las más complejas con las que podamos tratar, pero también una de las más injustas, donde terroristas de traje y corbata o galones en el pecho campan a sus anchas.