
La actual conciencia humana, irreligiosa y autónoma, ha fabricado un pobre hombre a la medida de las cosas de esta tierra, un hombre imperfecto, que no se halla nunca libre de orgullo, del interés egoísta, de la envidia, de la vanidad y de docenas de otros defectos. Estamos ahora pagando los errores que no valoramos correctamente al inicio del viaje. En la dirección del renacimiento de nuestros días hemos enriquecido nuestra experiencia, pero hemos perdido totalmente la noción de una entidad suprema, que es la única capaz de contener nuestras pasiones y nuestra irresponsabilidad".