miércoles, 26 de diciembre de 2007

Día de la Toma

Como sucede casi todos los años, los colectivos granadinos de tendencia más progresista vuelven a la carga al aproximarse el día 2 de enero. Esta vez, a través de la portavoz de Izquierda Unida en el ayuntamiento, Lola Ruíz, la propuesta ha consistido en un cambio de nombre para la centenaria celebración, que a iniciativa de estas organizaciones pasaría a denominarse "'Conmemoración del 2 de Enero: La Granada de las Culturas'. En un ejercicio de cinismo e hipocresía digno de admiración, los guardianes de la libertad reclaman un acto acorde a los hechos reales, y no alegorías cargadas de una épica nacionalista y poco creíble. Algo que no puede causar sino estupor, pues aquellos mismos que quieren acabar con mitos falsos son los que en su exposición durante rueda de prensa dan rienda suelta a su imaginación, apostando por un giro radical para una celebración centenaria (insistimos en ello), reclamando espacio para la manida idea de las tres culturas en lo que viene a ser poco menos que un orgasmo de convivencia fraternal entre diferentes culturas. Y, para evitar malinterpretaciones, citamos textualmente a la concejala:


"el 2 de enero supone, tal y como se realiza, una clara contradicción con la vocación de Granada como ciudad cultural, de encuentro entre las distintas culturas, puente de diálogo y de entendimiento entre las dos orillas del Mediterráneo".


"Se trata de asumir plenamente que en nuestra ciudad había habitantes de derecho propio desde hacía más siglos que los que actualmente llevamos desde la conquista por parte de la monarquía castellano-aragonesa"


Y, como no, aquí tenemos una ración de frases plagas de -ultra-, -neo-, nostálgicos y demás:


"una fecha clave en el calendario de los nostálgicos del franquismo, colectivos neonazis, ultrafascistas y ultracatólicos que convocan año tras año en Granada y aplauden la expulsión de los musulmanes andalusíes y los judíos sefardíes, exaltando valores que entran en contradicción con la vocación universal de esta ciudad dentro de la convivencia pacífica en una sociedad plural y democrática como la nuestra".


Todo esto, lejos de preocuparnos, no puede más que inducirnos a esbozar una sonrisa. Aquellos que hablan de adaptación a la realidad histórica, fantasean con conmemoraciones en las que todos sus deseos y aspiraciones igualitarias quedan saciadas. Quizás la Toma de Granada sea en la actualidad idealizada en parte por aquellos que la conmemoran, pero desde luego mucho más utópico e irreal es hacer creer que culturas y religiones por las que hoy en día sigue derramándose sangre en muchas partes del mundo convivieran felizmente y con un respeto absoluto hace más de V siglos. Además, tampoco deja de ser gracioso el hecho de que los que constantemente se posicionan como representantes de la voluntad popular olviden que el pueblo granadino hace 7 años dejó claro que no está dispuesto por ahora a aceptar cambios en este acto. Y así fue, cinco mil personas clamando por la recuperación tradicional de la festividad, ello por encima de diez falangistas septogenarios con cinco banderas.


Lo sentimos, pero mientras haya granadinos dispuestos a salir a la calle ese día y celebrar una festividad con un notable arraigo entre la gente de a pie, mucho nos tememos que los vivas a la ciudad, a los reyes católicos y a España seguirán escuchándose por mucho tiempo mientras vemos ondear el pendón grana.