Hace apenas unos días leíamos enlos periódicos la siguiente noticia; -La UE está dispuesta a aceptar la independencia de Kósovo aún sin resolución de la ONU-. Además, poco después se afirmaba que equipos de expertos europeos ayudarían al desarrollo institucional del futuro país.
Así, entre rifas y disputas internacionales sobre cómo acabar de repartir los Balcanes, se acerca el final de la última batalla para Serbia. Sarkozy apostaba por facilitar el acceso de Serbia a la UE si ésta no ponía trabas a la independencia kosovar,mientras que Holanda exigía una persecución más intensa de las instituciones serbias para los antiguos criminales de guerra si quieren ingresar enel prestigioso club europeo. EE.UU realiza presto gestiones diplomáticas para adelantar el salto a la categoría capitalina de Pristina, siendo Rusia la única potencia que presenta algo más de oposición a este proceso, y ello por viejas alianzas. A todo esto, el Estado serbio cada vez pinta menos. Y es que poco queda hacer. Pese a la última victoria en los comicios legislativos del partido nacionalista, parece que la mayoría de lapoblación serbia se halla resignada, consciente del triste ocaso que como nación les ha tocado vivir.
En efecto, su última batalla está perdida de antemano.