Se ha puesto de moda, con una impresionante difusión entre la juventud de nuestro país, utilizar prendas de vestir y símbolos, dotados en origen de una cierta significación disidente y contestataria, como trapitos para ir a la moda.
Uno de esos clásicos, indispensable si se estudia en cualquier facultad de ciencias sociales o humanidades, es el pañuelo palestino. Hace tiempo, sólo aquellos jóvenes con aire de izquierda militante y un toque de intelectualidad eran los que lo portaban al cuello. Era, en efecto, una prenda casi inseparable de ostentar tal condición. Con el paso de los años, sin embargo, su uso ha ido extendiéndose como un reguero de pólvora, llegando primero a los izquierdistas más light y luego al conjunto de la población más joven, y no tanto, en general. Hasta tal punto ha sido así, que a día de hoy no hace falta ir a un puestecillo hippie o a una tienda rockera para conseguirlo. Basta con que nos acerquemos a cualquier local de Zara o Pull and Bear para hacernos con él. Y es más, como el clásico modelo blanquinegro ha quedado un poco desfasado, es posible elegir el susodicho pañuelo palestino en el color que más nos guste; azul, rojo marrón... Las posibilidades son tantas como variado queramos nuestro vestuario. Así, es común ver a guapas chicas universitarias con vaqueros, jersey de marca y palestino a juego. Que, es de imaginar, poco sabrán de la situación que se está viviendo en la franja de Gaza.
Sin embargo, lo que más nos llama la atención de esta curiosa moda, ha sido la de ver la imagen del Ché Guevara impresionada en una camiseta con el lema que titula este artículo. Lo más espantoso del asunto, es que esa camiseta, vendida por una conocidísima tienda de ropa del grupo Inditex, era vestida por un sujeto con zapatillas deportivas plateadas y un pantalón vaquero desgastado y acampanado, de esos que lucía con profusión David Bisbal en sus años gloriosos.
La escena, desde luego, es poco menos que terrorífica.
No obstante, es lo que sucede cuando algún símbolo con un bonito significado se extiende y generaliza, que además de perder su identidad pasa a ser prostituido. Es lo que tienen esto de las modas. La imagen de un guerrillero socialista se dibuja en decenas de colores distintos con las luces de la sala de una discoteca o figura tatuada en el brazo de cualquier sujeto con 100 € para gastar en el bolsillo, pocas ideas para dibujarse sobre la piel, y nada mejor que hacer.
Pocos podrían imaginar cuando se compuso la canción, que aquello de -de tu querida presencia, comandante...- llegaría a lugares y formas tan insospechados.
Uno de esos clásicos, indispensable si se estudia en cualquier facultad de ciencias sociales o humanidades, es el pañuelo palestino. Hace tiempo, sólo aquellos jóvenes con aire de izquierda militante y un toque de intelectualidad eran los que lo portaban al cuello. Era, en efecto, una prenda casi inseparable de ostentar tal condición. Con el paso de los años, sin embargo, su uso ha ido extendiéndose como un reguero de pólvora, llegando primero a los izquierdistas más light y luego al conjunto de la población más joven, y no tanto, en general. Hasta tal punto ha sido así, que a día de hoy no hace falta ir a un puestecillo hippie o a una tienda rockera para conseguirlo. Basta con que nos acerquemos a cualquier local de Zara o Pull and Bear para hacernos con él. Y es más, como el clásico modelo blanquinegro ha quedado un poco desfasado, es posible elegir el susodicho pañuelo palestino en el color que más nos guste; azul, rojo marrón... Las posibilidades son tantas como variado queramos nuestro vestuario. Así, es común ver a guapas chicas universitarias con vaqueros, jersey de marca y palestino a juego. Que, es de imaginar, poco sabrán de la situación que se está viviendo en la franja de Gaza.
Sin embargo, lo que más nos llama la atención de esta curiosa moda, ha sido la de ver la imagen del Ché Guevara impresionada en una camiseta con el lema que titula este artículo. Lo más espantoso del asunto, es que esa camiseta, vendida por una conocidísima tienda de ropa del grupo Inditex, era vestida por un sujeto con zapatillas deportivas plateadas y un pantalón vaquero desgastado y acampanado, de esos que lucía con profusión David Bisbal en sus años gloriosos.
La escena, desde luego, es poco menos que terrorífica.
No obstante, es lo que sucede cuando algún símbolo con un bonito significado se extiende y generaliza, que además de perder su identidad pasa a ser prostituido. Es lo que tienen esto de las modas. La imagen de un guerrillero socialista se dibuja en decenas de colores distintos con las luces de la sala de una discoteca o figura tatuada en el brazo de cualquier sujeto con 100 € para gastar en el bolsillo, pocas ideas para dibujarse sobre la piel, y nada mejor que hacer.
Pocos podrían imaginar cuando se compuso la canción, que aquello de -de tu querida presencia, comandante...- llegaría a lugares y formas tan insospechados.