martes, 5 de agosto de 2008

Solzhenitsyn

"Con el corazón oprimido, durante años me abstuve de publicar este libro, ya terminado. El deber para los que aún vivían podía más que el deber para con los muertos. Pero ahora, cuando pese a todo, ha caído en manos de la Seguridad del Estado, no me queda más remedio que publicarlo inmediatamente". Extracto de la primera página de Archipiélago Gulag.

Sirvan estas líneas de pequeño hemonaje a Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn, el maestro de las letras ruso fallecido anteayer. Todo un ejemplo de valentía y coraje intelectual, Solzhenitsyn rompió la inflexibilidad e impermeabilidad soviéticas con sus denuncias sobre los crímenes y la represión que este sistema ejerció con intensidad durante su larga vida. Sus trabajos mostraron ante todo una preocupación evidente y profunda por la situación rusa, durante y tras el régimen soviético. Sin embargo, su obra más conocida, Archipiélago Gulag, sirvió sobre todo de latigazo a la conciencia soviética, un latigazo certero y efectivo, producto de una brillante, elaborada y extensa composición de la obra.
Ahora que tanto se ha vuelto a hablar de crímenes contra la humanidad, la muerte de Solzhenitsin aparece como un recordatorio perfecto de todos aquellos crímenes que pasarán a la historia como impunes. Pero solamente impunes, en nosotros está el no olvidar.