miércoles, 28 de enero de 2009

La era de la estupidez


Disfrutar con las miserias de las vidas ajenas, transmitidas por verdaderos iletrados frente a una cámara, creer que la victoria de Obama mejorará las vidas de todos los ciudadanos del mundo, leer a menudo la prensa deportiva e informarse sólo a través de telediarios convencionales, creer que comprar las rebajas en Zara es ayudar al comercio español o que la línea progresista de ZP nos acerca al progreso son sólo algunos ejemplos de los miles a través de los que podemos encontrar materializada la estupidez de una era; la posmoderna. La ausencia de sentido crítico no es absoluta, pero sí inmensamente mayoritaria. Quienes son capaces de traspasar la línea de lo aceptado, de lo normal para el número más alto, son cada vez menos. Los más, confunden la complejidad de un tiempo marcado por la abundancia de teconología, información y comodidad con mayores cotas de libertad. Sin llegar a plantearse que esa complejidad es la mejor de las maneras para tenerlo todo controlado. Esto es, el pan y circo del siglo XXI. Tuenti, Facebook, MSN, realities, música electrónica, vida nocturna... Estas son las caras que presentan los factores de alienación actual. Aquellos que inducen y obligan a comportamientos determinados sin necesidad de una obligación física. Aquellos que imponen modos de pensar sin imponer ideología o idea alguna. En definitiva, los medios de control de masas de una época profundamente afectada por la podredumbre moral.
Cada vez son más, aunque en iínfimo número dentro de la mayoría, quienes plantean que el origen de la crisis económica no se encuentra ni en la hipotecas basura de EE.UU, ni en la dinámica especulativa de la economía mundial, ni en la concesión demente de crédito por entidades bancarias. Al contrario, el único origen claro de esta crisis es el hombre. Un hombre estúpido hasta límites insospechados. Que en algún momento, por el discurrir de la evolución, dejó se pensar, sentir y actuar como hombre para pasar a hacerlo como un programa informático contable.