La situación, desde luego, no es nueva. Tan poco novedosa es, que desgraciadamente comenzamos a habituarnos a este tipo de tramas en las que cargos públicos, notarios, abogados, empresarios y un largo etc de personas vinculadas al mundo de los negocios inmobiliarios saltan a primera plana de los medios por millonarias tramas de corrupción.
Y a pesar de ello, poco parece importar. Unos minutos de televisión y poco más. Como la burbuja inmobiliaria se desinfla, cada vez importa menos este fenómeno. Da igual que en algunos aspectos alcancemos cotas de corrupción propias de países tercermundistas, o que mientras competentes licenciados universitarios cobran mil euros, verdaderos gañanes ensanchen sus cuentas corrientes hasta el infinito a costa de la especulación.
Y mientras tanto, cientos de kilómetros de costa completamente destrozados por esta avaricia ciega. Tan dramática es la situación, que casi parece cómica.