Porque la situación admite también otras visiones, sumamente diferentes.
Cuando a la hora de nombrar a los máximos responsables de la Administración del Estado, sólo se tiene en cuenta la adecuación del gabinete al discurso que se predica en mítines populistas, nos encontramos con un gran inconveniente. Que el requisito de la eficacia es sustituído por el de la imagen. Así, da igual que no se tengan apenas nociones sobre la cartera que se va a ocupar si uno da el perfil de cara al público, que no de cara al cargo. Las formas, o lo que es lo mismo, la imagen, la superficie, ocupan portadas de periódicos. Mientras el fondo queda oculto en discusiones de radio corto.
A nuestro juicio, ZP ha hecho un flaco favor al género femenino. De hecho, el favor se lo ha hecho a sí mismo utilizando a este colectivo. Posados como el de la revista Vogue contribuyen a reforzar la imagen progresista e igualitaria del socialismo. Configurándose como una de las formas de propaganda más eficaces, como un mero instrumento. Hablemos aún más claro; la mujer es utilizada para hacer ver que se cumple con lo que uno dice. No hay más. Nombrar a una mujer embarazada y en la treintena ministra de defensa puede ser la medida más acertada del mundo si esa persona ha demostrado su sobresaliente capacidad de gestión en ese ámbito. Nombrar ministra de defensa a alguien que se caracteriza por su completo desconocimiento del mundo militar y ha manifestado en más de una ocasión ideas poco proclives a las fuerzas armadas, sólo puede responder a oscuros intereses. En este caso, a la propaganda fácil y barata.