La gracia original, por tanto, se perdió hace tiempo. Ahora da igual que se haya concluído en el decimosexto lugar dentro de un festival esperpéntico. El objetivo está cumplido; se hizo reir en un primer momento y se han ingresado millones de euros, tras comprobar la seriedad del fenómeno, en un segundo.
Es lo que tienen estos tiempos de argucia y verdadera ingeniería económica, que hasta por las chorradas más simples se acaban percibiendo grandes derechos de autor.